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San Agustín recupera el pulso del tiempo

JAS.- El templo de San Agustín va poco a poco recuperando el pulso del tiempo. Como si de una metafora se tratase, las más grandiosa estructura arquitectónica marchenera -panteón ducal de Manuel Ponce de León, virrey de Nápoles, que tardó tres siglos en construirse- se va recuperando lentamente del olvido y sufre en los ultimos años un proceso de resurrección que aún continúa. Si Balduque, la talla más antigua.
El último ejemplo es la recuperación del histórico reloj de una de sus torres, que desde hace pocos días vuelve a marcar el tiempo del barrio. Cada cuarto de hora las campanas de la torre del reloj, durante décadas muda, vuelven a sonar, gracias a la labor desinteresada de un vecino marchenero que pacientemente ha restaurado este cronómetro histórico en los dos últimos años en su propio domicilio sevillano y con sus propias manos, como un tributo al tiempo pasado de su pueblo natal.
Eduardo Ballesta fue monaguillo del templo y alumno del colegio mercedario. Cuando vió la enorme maquinaria antigua y valiosa del reloj, decidió repararla desinteresadamente. Para ello ha tenido que reconstruir diez piezas, y restaurar otras en talleres especializados de la hispalense barriada San Jerónimo y en su propio domicilio. Ahora solo resta el mantenimiento, y para ello ya han aparecido voluntarios que se encargarán de engrasarlo y darle cuerda.
El nuevo reloj luce ya junto a la fachada recién restaurada con fondos europeos, otra de las importantes obras que ha sufrido el inmueble. Los trabajos de cantería ideados por Bartolomé Zúmbigo, maestro de obras de la catedral de Toledo que intervino en El Escorial, y de su alumno Alonso Moreno, en el S. XVII vuelven a lucir en todo su esplendor. Piedra blanca y ocre, de las sierras de Estepa y Morón, junto al humilde ladrillo local vuelven a brillar en la noche marchenera, con la monumental iluminación instalada recientemente. Como define el experto en arte Juan Luis Ravé, una enorme y única estructura de influencia castellana en medio de la campiña andaluza.
El patio, la estructura mas antigua y más bella, con influencia de Juan de Oviedo, también está siendo actualmente restaurado por una Escuela Taller. Un patio que conoce muy bien el mercedario padre Jose Maria, uno de los pocos frailes que viven aún en el edifico y que ha visto los últimos 50 años de este inmueble, uno de los más valioso del municipio que sin embargo actualmente no tiene uso público alguno, a pesar de su amplitud y suntuosidad.
Recuerda que, cuando llegó, el edificio estaba inhabitable y tuvieron que construir nuevas dependencias. Fue maestro en la primera etapa de colegio e instituto. Incide en que lo más urgente es restaurar las techumbres, afectadas por la humedad, el tiempo y el efecto de las palomas. También muestra su confianza en la solidez de la cabecera del templo a pesar de verse afectado por llamativas grietas desde la época del terremoto de Lisboa y desvela la existencia de arcados aljibes bajo el patio.
La restauración del claustro ha recuperado vanos de ladrillo visto de acceso a la almazara antiguamente propiedad de los agustinos y clausurada en el siglo XX. Igual ha ocurrido con el antiguo acceso principal de la calle y con la entrada a la primitiva capilla. El padre José María confirma que tras la restauración del claustro, está el proyecto de ubicar en el inmueble la sección local de la Universidad de mayores Pablo de Olavide, que ya funciona en otras dependencias, aunque por el momento es solo un lejano proyecto.
Los tres enigmas de San Agustín
En la zona del coro llama la atención la existencia de un cuadro que representa a San Agustín que desde siempre se ha tenido por copia de Ribera. El experto en arte Juan Luis Ravé investiga la posibilidad de que se trate de un auténtico Ribera al relacionarse con la serie de la Colegiata de Osuna, del mismo autor.
Mucho más conocida es la teoría de la influencia indígena americana en las yeserías del interior del templo, que de confirmarse la convertirían en un templo único en España. Otros opinan que se trata de un peculiar estilo de los alarifes locales. Lo cierto es que la viuda del fundador del templo, Guadalupe Láncaster, poderorsa y culta dama de la corte encargó estas yeserías en torno a 1649, cuando mantenía una intensa relación con el jesuita explorador de la península de California, Francisco Kino. De hecho según el investigador Herbert Eugene Bolton la duquesa aportó considerables fondos económicos para la exploración de dicha zona.
Mucho más insólito es el hecho de encontrarse en las librerías de San Agustín un libro de himnos luterano, hecho a mano en 1872 y decorado con motivos y escudos alusivos a la primera República española. Un libro único en España que reúne tantas rarezas que de haberse vendido habría alcanzado un precio muy elevado.

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