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Réquiem por el aciago Cine Planelles

La destrucción del teatro-cine Planelles se coció a fuego lento durante varios plenos en el Ayuntamiento de Marchena. Para quienes no les suene de nada, se dirá que se trataba del edificio contemporáneo más singular de la localidad, al decir del historiador Juan Antonio Arenilla, uno de tantos que se han llevado las manos a la cabeza al ver la impunidad con que la piqueta desbarataba el inmueble después del verano.
La opinión de Arenilla aparece por escrito incluso en las actas de las últimas Jornadas sobre Historia de Marchena, publicadas por el propio Ayuntamiento. Y fue precisamente en un pleno municipal donde se acabó rubricando su demolición para dar paso al progreso. "Marchena no se quedará sin cine; al contrario, tendrá un multicines", subraya José Alcaide, concejal de Urbanismo, quien postula que "el entramado urbano debe renovarse" y sintetiza la justificación para derruir el edificio en el hecho de que "no estaba catalogado y, además, estaba completamente ruinoso, presentando una fachada muy deteriorada y un interior sin valor alguno, pues se trataba de una nave de uralita".

Construido en 1952 por el arquitecto racionalista José Granados de la Vega, el Cine Planelles estaba emplazado a un tiro de piedra del Consistorio y de sus paredes interiores colgaban cuatro murales historicistas con detalles de la localidad. Tres eran de Torres Amuedo y el cuarto estaba sin identificar. Escribimos en pasado porque también han perecido, sin que ningún político haya reparado en su posible interés. Igual suerte han corrido los originales tiradores racionalistas del cine, que incluso llegaron a ser reclamados para una exposición en 2002.

Su destrucción brinda un solar de lujo a Marchena, ahora en manos de la empresa Rucosanz, la nueva propietaria. Tres condiciones se le impusieron en el pleno para autorizar la demolición: mantener su uso adaptándose a los tiempos modernos (multicines), preservar la nomenclatura (Planelles) y reconstruir miméticamente, pese a que se dio luz verde a su derribo, la fachada, "para así conservar su valor ambiental", resalta el concejal de Urbanismo. ¿No era más lógico dejar en pie la original?, ¿tiene sentido ahora la recreación?

En el Cine Planelles se celebraron bodas y bautizos, mítines de los políticos del momento, pregones de Semana Santa y actuaciones flamencas. En él ofreció sus primeros recitales Pepe Marchena y en su escenario se le brindó un homenaje póstumo. Quiere ello decir que ha sido testigo de actos destacados de la localidad y ha formado parte de su vida cotidiana.

Esto mismo, unido a la singularidad de las trazas del edificio, ha provocado una reacción en cadena que se resumió durante los días en que las excavadoras roían sus muros. Algunos inmortalizaron el momento con cámaras, como se aprecia en las imágenes que ilustran la página, y se preguntan cariacontecidos cómo ha sido posible que, democráticamente, los partidos políticos hayan permitido lo que califican de "atropello patrimonial". "Podría gustar más o menos –se aduce–, pero era indudable su interés". Si decepcionados están por lo acordado en el seno municipal, no menos consternación les causa la "táctica del avestruz" desplegada por la Consejería de Cultura.

Y es que al saber lo que se estaba barruntando, se realizaron gestiones de urgencia tendentes a que la Consejería de Cultura de la Junta lo incluyera dentro de los bienes inscritos en el Docomomo, el registro que protege a aquellos inmuebles contemporáneos con valores dignos de preservar.

La respuesta oficial de Cultura una vez conocida la demolición fue que el cine no daba la talla para entrar en el Docomomo. Los defensores del lugar entrevén mucho de connivencia política –Junta y Ayuntamiento son del PSOE– en el asunto, mientras el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, se ha limitado a recordar que las competencias patrimoniales de Marchena dependen de una comisión local, por tanto ajena a la Junta. Sea como fuere, a partir de ahora, el que quiera saber cómo era el Planelles, habrá de dar con el libro Cuatro ensayos en torno al movimiento racionalista en Sevilla, que en su día sí estimó su relevancia para incluirlo en sus páginas.

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