Durante mucho tiempo, la música klezmer se ha ido enriqueciendo con otros sonidos y ritmos, hasta convertirse en un legado sonoro de gran riqueza. El klezmer describe las alegrías y las tristezas de la vida judía, algo que también hace el grupo Kroke, respetando la tradición y llevándola siempre un paso más allá.

Tomando el repertorio de música tradicional como base, Kroke construye arreglos originales y lleva a cabo improvisaciones, gracias a su experiencia y formación en los campos de la música clásica y el jazz. Con todo ello, crea composiciones nuevas y únicas y logra un sonido totalmente desconocido en el universo de la música judía. Cada uno de los tres componentes del grupo es un auténtico virtuoso de su instrumento: Tomasz Kukurba usa todo el espectro posible de su viola y su violín, Jerzy Bawol pasa con su acordeón de la meditación introspectiva a los más festivos fuegos artificiales y Tomasz Lato consigue crear las más sutiles tonalidades con su contrabajo.
La música que interpreta Kroke parte sobre todo del sonido klezmer, vocablo que se compone de dos palabras hebreas: kley (instrumento) y zemer (cantar, interpretar música). Pero, sobre todo, klezmer es la música tradicional instrumental que interpretan los judíos de los países del este que utilizan como lengua el yídish. Ninguna boda o celebración puede entenderse sin este tipo de música, que atravesó los patios de los pueblos, las casas del campo y los palacios de los nobles judíos para interpretarse en cualquier otro lugar.
Las actuaciones de Kroke tienen siempre una magia especial, y de ellos se ha llegado a decir que «si Dios los escuchara, se sentiría orgulloso y contento. Estos chicos están llevando a cabo una importante misión con su música». Sólo hay que absorber su música con toda el alma y dejarse llevar.
0 comentarios