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Cesaria Evora: Una mujer africana

Cesaria Evora dice algo que es bien sabido para cualquiera que haya escuchado su voz grave, espesa, indeciblemente triste: "soy una mujer africana". Una mujer, podría agregarse, del Africa Portuguesa. De una pequeña colonia en una isla llamada Mindelo, en un pequeño archipiélago conocido como Cabo Verde y situado frente a la costa de Senegal. O sea, una hermana cultural de los otros africano-portugueses, los descendientes de los esclavos traídos al Brasil. Será por eso que entre sus admiradores incondicionales está Caetano Veloso. O será, más bien, por esa extraña cualidad de su música, a mitad de camino entre el fado y cierto hamacarse rítmico con bastante poco de europeo. La música de Cesaria Evora se llama morna. Un género en que las letras, en el portugués mestizo de la región, hablan invariablemente de soledad, amor y distancia (¿de qué otra cosa podría hablarse en una isla?).

Pese a que hoy en día es ya una artista aclamada internacionalmente -sólo en Francia su álbum Café Atlántico, vendió más de 300.000 copias-, Cesaria Evora no olvida sus orígenes, una existencia no exenta de lucha y dificultades. La "diva descalza" ha sabido mantenerse fiel a su identidad, preservando ante todo su enorme ternura y delicadeza.

Tras los discos São Vicente di Longe y Antologie, Cesaria ha publicado Voz d'Amor, galardonado en el 2004 con un Premio Grammy al mejor álbum de música del mundo contemporánea, en el que la genial artista nos vuelve a acariciar con su sensibilidad y con esa música tan única, tan llena de alma.

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